Hubo un momento en la vida del Rey David en que se encontraba “sepultado” por sus aflicciones. Perseguido por la partida de Saúl, que quería destruirle a como fuera, David tuvo que huir a la cueva de Adulam, donde otros 400 hombres se juntaron con él. Todos ellos despreciados, afligidos, arruinados y en gran amargura (1ª Samuel 22:2) Con tan dantesco panorama, David se sintió hundido pero nunca desamparado. En aquél lugar fue que escribió el Salmo 142. Una oración para las ocasiones en las que parece que la vida se recluye en “cuevas”
En Adulam, David se sintió confiando y exhausto ante la situación que atravesaba, pero en lugar de alejarse de Dios, los problemas de David lo ATRAJERON al Señor. Y en medio de tanta devastación personal David escribía: *“Clamaré al Señor...pediré a Dios misericordia. Delante de Él expondré mi angustia...Clamé a ti, oh Señor”* (v. 1-2,5)
Te pregunto: ¿En qué te sientes aprisionado, angustiado hoy? ¿Quizá abatido, solo/a o sin fuerzas? Al igual que David tienes dos opciones: dejar que los problemas acaben contigo, o acudir a Dios, exponerle tu angustia, confiar en Él, esperar en Él y recibir la victoria que viene de Él.
No desmayes, Dios, a su tiempo responderá y te hará salir de tu “Adulam” personal en victoria. No permitas que ni tu situación personal ni la angustia de otros, sean el motor de la derrota, sino el instrumento que te acerque al Dios de las respuestas, al Dios de la misericordia, al Dios que ni deja ni desampara.
Acude a Él, encontrarás oportuno socorro. No esperes a mañana, hazlo ahora mismo, en oración confiada al Señor. #Dios #Jesus #Cristianos #Iglesia
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